martes, septiembre 29, 2009
Bajo el árbol de Newton.
Antes de hacer un dibujo, aparece la idea.
Junto con la idea, el dibujo imaginado y, casi siempre,
la fantasía del dibujo perfecto, ideal.
Ese dibujo no existe fuera de nuestra cabeza,
y ni siquiera es un dibujo, es la fantasía de un dibujo.
Entonces vamos al papel:
a lidiar con el tiempo, la falta de tiempo a veces,
con el agua, los pigmentos, las texturas del papel,
el filo de la pluma, la calidad de los materiales,
nuestras manos y nuestros ojos, y nuestros humores;
las limitaciones de la física, la química, la geometría
y, por supuesto, nuestras propias limitaciones.
Lo que queda tras todo eso: es el dibujo real.
Nunca se parece al dibujo imaginado, a la fantasía del dibujo.
Este es diferente, más tosco es algunos aspectos,
lleno de accidentes sí, pero también de bellas sorpresas.
Más concreto e igual de maravilloso que el fantaseado.
Con una diferencia que lo hace mejor aún,
éste está, acá con nosotros, existe.
Podemos disfrutarlo y compartirlo.
Si sabemos verlo, claro.
Aquí la ilustración de un bello,
y engañosamente simple poema, a ser colgada,
en la feria de Frankfurt.
Gracias a Ernán Cirianni por invitar,
y a Hugo Padeletti por escribir el poema.
Saludos,
Fer CALVI
sábado, septiembre 12, 2009
miércoles, septiembre 02, 2009
Adivina quién viene a cenar? (4)
Entonces yo le digo: Pelopincho y Cachirula! Y ella me contesta: Peloqué…?! Y se ríe. No me molesta, pero me sorprende.
Hay gente, y gente que uno adora, que no conoce a Pelopincho y Cachirula.
Yo los conocí en Anteojito. Soy muy joven para haberlos leído en Billiken, donde empezaron a publicarse sus aventuras. Siempre me fascinaron, no solo por el precioso dibujo de Fola, también por las extrañas aventuras, a veces cotidianas, otras extravagantes (sin caer en la afectación o el surrealismo). Estos dos nenes que viven aparentemente solos. Que hacen cosas extrañas como encerar pisos de noche, o comprar un auto chocado y arreglarlo, y hasta alguna vez terminaron en la cárcel. Fueron y son una debilidad para mí.
Desde que sé que ella jamás leyó Pelopincho y Cachirula los nombro más seguido.
Hay obras de arte que gustan cuando uno es niño y dejan de gustar con el tiempo. También está el caso inverso. Pero con la obra de Fola me pasa algo particular. No solo me sigue gustando. La sigo disfrutando igual que cuando era chico, me río mucho, me sorprendo, me divierto. Con el tiempo no ha perdido nada.
Pasa el tiempo y ella está de viaje, en New York. En un mail me cuenta que, en un bar o restaurante de la ciudad de los rascacielos vio un poster con, sí, adivinaron: Pelopincho y Cachirula! Ella se sorprende. Yo no. Es natural, si yo tuviera un bar o restaurante en Manhattan o en Kuala Lumpur los pondría en la pared. Ella igual no recuerda como se llaman. Ya se volvió un chiste privado. Y se sabe que cuando empiezan a aparecer los chistes privados, los códigos comunes, es que las cosas van por buen camino.
Hace unos días, en medio de un cierre infernal, con páginas que pasar a tinta y sueño y eso, recibo un mail del amigo Sergio Langer. Me invita a su tira. Y la idea es esta: como festejo por el día de la historieta, colegas y amigos de los autores de
Feliz y entusiasmado con la invitación empiezo a pensar… qué personaje? Mil me vienen a la mente. Pero dos nombres estallan primeros y más fuerte.
Y allá arriba, por orden de aparición, mi versión de Pelopincho.
Acá el link a la tira completa, con las participaciones de Jorh y Palomo.
http://www.clarin.com/diario/2009/09/02/lanelly.htm
Disgrego, ya sé. Pero si bien las ramas no son la parte más fuerte del árbol, muchas veces son la más bella.
Gracias, Sergio, otra vez!
Abrazo a todos los que aman estos personajes de Fola, y a los que no también ;-)
FER